viernes, 5 de agosto de 2016

trauma post-crianza de una workermom

No existe una sola mujer que no tenga el trauma de sentir que no le dedicó tiempo a sus hijos habiendo sido una workermom. Yo soy una de ellas.

Ahora que he pasado estos tres últimos años con mi familia trabajando, pero de una manera flexible en mi nuevo proyecto , realmente me doy cuenta que lo que hice en el pasado fue una verdadera hazaña. Una hazaña que implicaba riesgos grandes y uno los asume no por decisión propia en la mayoría de las veces, sino por obligación.

Criar a los hijos por teléfono y bajo un estricto horario en el cual los puedes atender en vivo, es un verdadero reto.  Los niños cuando son pequeños no tienen las herramientas para saber como resolver su día a día sin adulto responsable y "doliente" al lado. Mis hijos aprendieron a resolver consultando por teléfono. No tuvieron a una abuela al lado en su día a día, así que les tocaba salir adelante como todos los hijos de madres que trabajan.

El resultado, no lo sé. El tiempo dirá. Más tarde yo decidí dar un parado a esa crianza y aún cuando le dediqué más tiempo sólo de adolescentes, me siento más tranquila que antes.

Aquello de calidad de tiempo es mejor que cantidad, señoras colegas de este oficio de ser madres les quiero contar que lo habrá inventado una de nosotras, porque es la mayor de las falsedades-. Estar en el momento oportuno con los hijos vale oro.

Voto por un mundo laboral más equilibrado para las mujeres, me encanta el éxito profesional, pero me encanta más el éxito como mujer, como madre y también como profesional. Estos tres a veces no van de la mano en una etapa determinada. Es allí la clave del balance. Mientras los hijos estén en edad escolar sean freelance o un part-time y estudien para poder estar laboralmente preparadas para más adelante asumir retos profesionales más exigentes, cuando los hijos ya no nos necesitan tanto a su lado.

Si no lo logran como yo, tendrán que vivir con el trauma "post-crianza de una workermom".

Por qué sigo aquí?

Esta pregunta me la hago casi que a diario. Vivo en un país que en los últimos 10 años va en caída libre al más temible de los estados: la bancarrota. Estar en bancarrota es un estado en el que he vivido. No tener dinero en la cuenta y afrontar gastos inevitables es una de las condiciones a la que más tememos después de la enfermedad. Hay que vivirlo para comprenderlo. La única manera de salir de ese estado es antes haber logrado la plenitud, ya que lo aprendido te sirve para salir del fracaso. Una vez el dueño de la empresa donde trabajé por largos años me decía que para alguien de éxito salir de un fracaso es sólo un tema de tiempo, caer y levantarse es una habilidad que se aprende.
Los líderes en esta Venezuela no han construído por sí mismos nada y ello es gravísimo, dado que no cuentan con las destrezas para salir del hueco en el que estamos, y se niegan a recibir apoyo y asesoría de quienes sí lo saben hacer.
Esta incertidumbre de no ver futuro me ha tenido especialmente este año en un estado de angustia permanente. Casi a diario me pregunto que hacemos aquí?, nos falta voluntad para salir?, el temor a perder nuestro patrimonio ganado con muchísimo esfuerzo es más grande que las ganas de salir de este infierno? Es la responsabilidad  de afrontar la educación de nuestros hijos afuera del país demasiado pesada para poder tomar la decisión de salir?
Estas respuestas las conozco, y me hace entender que la virtud más importante que en este momento necesito rescatar es la paciencia. Lo primero es lo primero, y en ese lugar están nuestros hijos. Así que mientras logramos garantizar su futuro no me queda otra que hacer a diario un reforzamiento positivo: "Estoy bien y me siento bien".
Vivo en una casa propia que construimos a nuestro gusto, rodeada de vecinos con los que nos llevamos bien, gente de trabajo como nosotros. Tengo un Club al que puedo ir,  en el que me siento segura y tranquila y en donde puedo disfrutar el Avila que tanto amo, del deporte y de los amigos. Tengo un carro propio que me permite trasladarme de manera segura a todos lados. Tengo a mis padres y a mi suegra a 5 minutos de mi casa. Tenemos salud todos gracias a D-os. Tengo a mi marido, mi compañero fiel. Mis hijos si D.os quiere los podré ver dos o tres veces al año.
Carencias, muchas, ya lo sé. No hace falta enumerarlas, lo leo a diario en las noticias, lo veo a diario cuando salgo a trabajar, al mercado. Lo siento a diario en cada acto que queremos llevar a cabo. Es una lucha permanente por cada pequeña cosa que queremos lograr.
Pero saben qué? la vida es el ahora, y aún cuando es importante ser realista y planear, también lo es el cuidar lo que sí se tiene, agradecerlo y disfrutarlo.
Por qué sigo aquí? porque es la opción que he decidido me conviene en este momento, ya mañana no lo sabré. Seguiré con mi afirmación diaria hasta que se pueda: Estoy bien!