viernes, 20 de marzo de 2015

la cronica de una muerte anunciada

Así como el libro de Gabriel García Marquez nos cuenta como es la Crónica de una Muerte Anunciada, en los negocios a veces no le hacemos caso a nuestros instintos y ello nos hace caer en resultados nefastos pronosticados por nuestra experiencia.

No es fácil, ya que cuando intuimos que algo puede salir mal, nuestra alma de luchadores incansables y la seguridad que tenemos en que podemos afrontar todo con mucha constancia y estrategia nos hace sucumbir en las peligrosos caminos de lo que yo llamo..el campo minado.

Hay campos minados, oportunidades que tenemos de negocios que sabemos que incluyen riesgos. Sin embargo cuando los riesgos ya fueron asumidos en el pasado sin éxito, significa que estamos enfrente de algo que lo más seguro es que no salga bien. La experiencia es la que determina nuestras acertadas decisiones de donde o  no meternos.

Hoy he reflexionado con ello, luego del amargo sabor de haber pasado muchísimas horas de trabajo e invertido un capital en una oportunidad que sabia desde un inicio que se perfilaba peligrosa.  Mi cliente que es amigo, desde el día 1 y hasta hoy no es consistente en sus ideas, disperso, inflexible, imponente en sus determinaciones, desordenado en su forma de actuar y comunicarse, una combinación explosiva en los negocios.  Si a esto le agregamos una relación de amistad que puede quedar lastimada si no resulta, peor aun.

Por que caí en esto? Pues por mis convicciones de que  siempre que se pueda,  las oportunidades que se presentan  deben tomarse; si sabemos que tenemos la capacidad de ejecutarlas. Se lo decía a mi equipo de ventas, un cliente con una necesidad, con ganas de invertir en tu servicio, que paga, debe abordarse con toda la energía.  Pues tengo que reconocer que estas premisas en las que creía no están muy en lo correcto en algunas oportunidades- Las relaciones comerciales enfocadas en servicios deben ser de respeto mutuo; y las condiciones de trabajo deben ser convenidas y aprobadas entre ambos. Hay alguien que paga y otro que da un servicio; pero esto no significa que el que paga puede imponer su manera de hacer el negocio. Cuando esto sucede, es poco factible un buen resultado.



domingo, 1 de marzo de 2015

ojo por ojo

Si hay un comportamiento del ser humano que demuestra el nivel de madurez y como digo yo el nivel de vida que tienes encima, la cantidad de golpes que has superado, que demuestra lo grande o pequeño de tu corazón es el actuar bajo la anticuada regla del Ojo por Ojo.

No me saludas, yo no te saludo, no me das regalo, yo no te doy regalo, no me ayudas, yo no te ayudo,  no me invitas, no te invito, no me pones el "me gusta" en facebook, yo tampoco;  no me sigues, no te sigo en twitter; y pare de contar.

De repente te encuentras con un amigo que ya no te saluda...e inmediatamente te preguntas ¿Que le habré hecho yo?, aunque lo más probable es que este en un mal día.

Reconozco en mi persona que no es fácil olvidar los desencantos de no recibir la llamada en tu cumpleaños de ese querido amigo que aprecias y que siempre llamas en su cumpleaños. Reconozco que me ha costado recuperarme de haber invitado a merendar a 5 amigas y una de ellas ni vino ni nunca llamó a disculparse por no venir. Reconozco que me ha costado asumir  en la mirada de algunas personas el "qué me importa", cuando llena de entusiasmo voy a contarles mis buenas noticias.  Y reconozco que no es fácil caer en la tentación del ojo por ojo en esos casos; ya no llamar en su cumpleaños a mi amiga, no volver a invitar a la otra, o separarme de aquellos que no siento que comparten mis alegrías. La realidad es que la mayoría de las veces todas estas situaciones no tienen la lectura que le damos, y son simplemente resultado de cosas tontas sin importancia que no ameritan tomar "represalias". Posiblemente mi amiga el día de mi cumpleaños estuvo muy ocupada y lo olvidó; la otra no tomó la merienda como una invitación formal y aquella en el momento que fuiste a contarle estaba con su mente en otra cosa.

Para ello digo yo están las segundas oportunidades. Dejemos que el tiempo nos diga si efectivamente debemos tomar alguna acción; pero mientras tanto nuestro corazón esta abierto a dar sin recibir.